La realidad (manual de pragmatismo) - (ESP)

Parece que hay algo ahí afuera. Esta afirmación, aparentemente inocente, puede llegar a ser bastante problemática. Y es tal vez uno de los pensamientos más necesarios para entender como nos relacionamos con la realidad.
Intentar entenderla viviéndola con nuestros propios ojos es lo mejor que podemos hacer, pero ni así la podremos entender realmente. ¿Por qué? Porque la realidad, el mundo de ahí fuera, es infinitamente complejo y nuestros sensores humanos controlan solo unos pocos parámetros que están a escala humana (los sentidos). La simplificamos demasiado.
La mentira que nos cuenta nuestro cerebro
De hecho, nuestra tendencia natural es pensar que sí que tenemos acceso directísimo al mundo y que entendemos lo que está ocurriendo. Meeec. Error. Hablamos siempre como si lo que vemos fuese la realidad completa mientras que en realidad solo tenemos acceso a las cosas como se nos aparecen a nosotros. Pero esto solo es una mentira que nos cuenta nuestro cerebro. No entendemos nada de nada, pero reconocerlo sería paralizante para nosotros y todas las especies de mamíferos que nos han precedido.1
Hacemos una prueba: piensa en la última vez que alguien te explicó cómo era un lugar que no conocías. ¿Te lo imaginaste exactamente como era? Seguro que no.
Poco a poco legamos al problema de verdad... si nuestra percepción nos engaña y las explicaciones de otros también fallan, ¿qué está pasando?
El problema aquí no es solo la inaccesible complejidad de la realidad, sino también que las herramientas que usamos para entenderla son insuficientes. Puede parecer una visión excesivamente analítica, pero de cara a comprender la realidad, nuestra principal herramienta es en gran medida un palo en las ruedas. Me refiero al engaño que son las palabras.
La trampa de las palabras
De forma resumida, las palabras tienen dos grandes problemas:
- El problema de la precisión: que raramente hay una palabra que diga exactamente lo que quieres decir
- El problema de la interpretación: que la otra persona entiende algo diferente de lo que tú querías decir2
Si nuestro objetivo es entender cosas profundamente, lo peor que podemos hacer es buscar rápidamente grandes narrativas «cómodas» que lo expliquen de forma elegante. Y mucho menos asumir "ideas" abstractas que pretenden resumir mil cosas en un único concepto indefinido.3
Cuando digo «narrativas» me refiero por ejemplo a un texto o una persona que nos explique cómo es una población o una película. Las palabras (el lenguaje natural) son útiles para comunicar rápido entre humanos (nos hacen sentir intensamente) pero no escalan bien si lo que queremos es describir la realidad de forma exhaustiva. Diríamos que las palabras son útiles para comunicarnos... siempre que no queramos decir nada muy preciso.4
Los datos, por otro lado, son malos para comunicar rápido el día a día, pero escalan bien si tienes muchos. Aquí hablo de datos en un sentido amplio: medidas o números que se extraen de la naturaleza y que se pueden combinar para hacer análisis y entender mejor la realidad.
En la práctica, los datos estarían más cerca de esa cosa de ahí fuera⁵ que es la realidad y las palabras estarían más cerca de la mente humana.

Esto explica por qué la gente buena comunicando es buena con las palabras, pero la gente que tiene que conocer realmente bien las cosas tiene que trabajar con datos. Los humanos operamos mejor con palabras, pero las palabras son extremadamente tramposas.
La solución
Más allá de recopilar datos de las cosas y negarse a asumir narrativas "fáciles", no todo está perdido. Hay de hecho un atajo para acceder a la realidad. Puede parecer simple, pero, como he dicho al inicio, la mejor manera de conocer la realidad es vivirla directamente, estar expuesto a ella en primera persona. Los humanos somos buenísimos captando información del mundo real en primera persona.
Aunque luego no seamos capaces de explicar ni de procesar las experiencias, viviendo situaciones en primera persona aprendemos mucho... y mucho más de lo que somos conscientes. ¿Quieres entender una cultura? Vívela (esto suena un poco Mark Anthony). ¿Quieres conocer a una persona? Habla con ella en persona. ¿Quieres aprender una nueva habilidad? Practícala.
En definitiva: parece que hay algo ahí afuera. Si quieres entenderlo, lo mejor es vivir ahí fuera, seguido de analizar datos y finalmente que te lo expliquen con palabras. Vida, análisis, narrativa.